martes, 2 de junio de 2015

JOSÉ LUIS APPLEYARD, un gran poeta asunceno.



    José Luis Appleyard (Asunción, 1927- 1998) fue poeta, narrador, periodista y dramaturgo paraguayo. Perteneció a la Generación de 1950. Estudió en Buenos Aires y se graduó de abogado en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción. Trabajó en la carrera de leyes durante casi una década antes de dedicarse por completo a la literatura y al periodismo.
   
      Discípulo del español César Alonso de las Heras, sacerdote, pedagogo y gran animador cultural de las letras paraguayas y fundador del Colegio del Colegio de San José en 1940, le condujo en su etapa de estudiante hacia su vocación literaria y su posterior integración en aquella Academia Universitaria, de la que José Luis Appleyard llegaría ser presidente.

     Popular en su faceta de bohemio que se dedicaba a animar las noches de Asunción con sus recitados, José Luis Appleyard se distingue sobre todo por su obra lírica: Entonces era siempre (1963), su primer libro, le siguieron los poemarios El sauce permanece (1965), Así es mi nochebuena (1978), Tomado de la mano (1981), El labio y la palabra (1982), Solamente los años (1983) y Las palabras secretas(1988). Fue un gran admirador de Góngora y García Lorca.

    Publicó también una serie de sesenta relatos poéticos breves titulada Desde el tiempo que vivo (1993), que mereció el Premio Municipal de Literatura 1994, y una selección de sus versos en Antología poética (1996).

     Su producción teatral permanece inédita, a pesar del reconocimiento que logró ya en su momento; el drama poético Aquel 1811, sobre el levantamiento independentista de Paraguay, le valió el Premio Municipal de Teatro en 1961. De su faceta como novelista destaca Imágenes sin tierra (1965); recopiló además dos series de soliloquios, Los monólogos (1971) y La voz que nos hablamos (1993). 

     Durante la última etapa de su vida Appleyard se ocupó de alentar a jóvenes escritores que le acercaban sus trabajos; se lo conocía como un crítico mordaz. Durante muchos años redactó una columna en el vespertino Última hora, donde rescataba el uso del "yopará" (una mezcla popular de castellano y guaraní) en forma de monólogos humorísticos.

     En 1997 se le concedió el Premio Nacional de Literatura por su último libro: Cenizas de la vida.


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