Barrio de Carabanchel, barrio popular. Kathia. y su marido,
Jorge, nos esperan, hemos concertado una entrevista. Ambos Asuncenos,
paraguayos, inmigrantes en España. Uno sabe de alguien por sus hechos, y el
grupo de danza paraguaya de Kathia lleva casi una década llenando de colorido
Madrid, acercando el folklore a Europa, enseñando a niñas los pasos y
principios de un arte, es lo mejor de un país mostrado en un escaparate de
calles y centros, auditorios en donde resuena el arpa de Luque, la música de
Nicolasito y el canto guaraní, la coreografía de los tejidos y trajes, es
decir, el alma de una nación. Subimos las escaleras y nos recibe Kathia, casa
humilde, como ella, que hace patria durante años con talento enorme, sin salir
en fotos. ¿De dónde arranca esa modestia paraguaya, esa nobleza de no hablar de
uno mismo.?
Ya sentados, dos discípulas nos acompañan, junto a Jorge.
Magaly toma mate y Karen cose en una máquina, su hijo juega en un cuarto y la
maestra, menuda, morena, de ojos vivos, se sorprende de que alguien se interese
por ella. Jorge, su apoyo, su marido, su muleta en momentos malos, nos comenta
sus recuerdos como comerciante de éxito en Paraguay.
Kathia Coronel llegó a Madrid con 21 años, hace nueve.
Estudió durante doce años, si es que alguna vez se deja de estudiar cuando el
amor a una vocación arrastra tu vida. Se acerca a por un puñado de diplomas:
“ Entré con siete años en la Academia Arasy, estudié danza
clásica, española, folklore internacional y jazz, e hice la tesis. Soy
Profesora Superior. “ y añade: Vine a
Madrid a completar mis estudios. Kathia a colaborado con la Asociación Guaraní,
con el grupo Jeroky y formó el grupo de la Asociación Tajipoty.
En Octubre de 2012, Kathia fundó el Ballet que lleva su nombre en una escuela de Lavapiés. Kathia, trabaja de lunes a lunes como empleada de hogar, desde sus comienzos, como interna, hoy puede dedicar algo de tiempo a su pasión y su arte, el heroísmo de la mujer paraguaya, no es sólo del pasado, no es una anécdota de la guerra guasú, una mujer como Kathia realiza su labor a solas, en la penuria del artista que da desde el último aliento a su arte.
En Octubre de 2012, Kathia fundó el Ballet que lleva su nombre en una escuela de Lavapiés. Kathia, trabaja de lunes a lunes como empleada de hogar, desde sus comienzos, como interna, hoy puede dedicar algo de tiempo a su pasión y su arte, el heroísmo de la mujer paraguaya, no es sólo del pasado, no es una anécdota de la guerra guasú, una mujer como Kathia realiza su labor a solas, en la penuria del artista que da desde el último aliento a su arte.
“Estudié 8 años para ser bailarina profesional, 4 para
profesora elemental y saqué la superior con mi tesis: el Rancho Paraguayo. Me
marcaron profundamente mis maestros, Liz Estigarribia, Natalia Ramos, en
clásico, Gloria Oviedo, en España, Roxana Báez.”
Kathia destaca de España la educación civil que encontró, la
seguridad, la diversidad cultural de los barrios, la innovación. Le gusta
especialmente Paco de Lucía y el Camarón, Tomatito, Joaquín Cortés, el ídolo de
los bailarines allá en Paraguay, Sara Baras. De los clásicos, Albéniz. Del
Paraguay se trajo en sus oídos a César Cataldo, Martín Portillo, su querida
Orquesta nacional y Nicolasito Caballero. De sus bailes preferidos destaca:
Pájaro Campana.
Kathia, cuenta hoy con 26 aprendices, y su sueño es fundar
una Academia que capacite con títulos a quien se enamore de la danza paraguaya, no hay en Europa. a día de hoy, una labor de emprendimiento parecido, sería natural algo de apoyo
para algo tan único y poco reconocido, la danza que luego es el brillo de las
fiestas, y la punta de lanza en la imagen de un país.
A Kathia le gusta el baile de las Galoperas, la danza de la botella, que se hace sosteniendo dos botellas de cava sobre la cabeza, baile que es portento de equilibrio y espectacular, un español oye que en Paraguay cuesta encontrar las botellas de cava, cuya base es especial para sostener una torre cuyo récord está en sostener 18, ponte dieciocho botellas sobre la cabeza y baila.
A Kathia le gusta el baile de las Galoperas, la danza de la botella, que se hace sosteniendo dos botellas de cava sobre la cabeza, baile que es portento de equilibrio y espectacular, un español oye que en Paraguay cuesta encontrar las botellas de cava, cuya base es especial para sostener una torre cuyo récord está en sostener 18, ponte dieciocho botellas sobre la cabeza y baila.
Uno de los momentos que recuerda Kathia es el del día de la
Hispanidad, la danza paraguaya desfiló ese por toda la Castellana de Madrid,
con sus niñas, con cesto de chipateritas, con sus trajes tradicionales, en
colaboración con Cepa Paraguay, bailó con el fondo de Atenas, cuna de la
cultura, los turquesas y los pasos paraguayos allá donde escribieron los
grandes trágicos que trajo a España García Lorca. Hasta el Partenón en su
pandeo se inclina de admiración ante esta mujer, lo ha dado todo por su arte y
su país: Kathia Coronel.
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